Para el atlas se buscaron informadores, “sujetos informadores”, que reflejasen el habla popular de cada localidad. Por eso los elegían nacidos en el pueblo, preferiblemente de familia del lugar, que hubiesen viajado poco, sin instrucción, y de cierta edad, para que fuesen conservadores, aunque evitaron encuestar “a los demasiado viejos”. Y, en general, recurrieron a hombres, porque les suponían más conocimientos de terminología agrícola que a las mujeres. De todas formas, hay que señalar que el ALPI encuestó muchas más mujeres de lo que luego fue habitual en los atlas posteriores.
Folledo (León). Depositarias del dialecto. ARC ARC (Archivo Rodríguez-Castellano)
Cada encuesta solía contar con dos sujetos: uno al que se preguntaba el Cuaderno I, el de Fonética, Morfología y Sintaxis, y otro para el cuaderno de Léxico. En algunos casos, las respuestas se contrastaban o se completaban con ayuda de otras personas que conocían a fondo los oficios por los que se preguntaba y alguna vez también se acudió a los cultos del pueblo. En la pestaña Galería se pueden ver las fotografías de muchos de los sujetos encuestados, fotografías conservadas por Lorenzo Rodríguez-Castellano y su familia.
En la Introducción al ALPI, en la página 7, se hace referencia al propósito de reunir en un libro (que no se llegó a hacer) “las notaciones” que se habían ido recogiendo a lo largo del trabajo de campo:
en un libro anejo, en el que figurarán todos los detalles de las localidades estudiadas y los sujetos informadores, así como todas las observaciones relativas a cada mapa, con las variantes fonéticas, cambios de acepciones, noticias sobre la vitalidad de las formas, etc.
Lorenzo Rodríguez-Castellano trabajando con varios informantes. ARC ARC (Archivo Rodríguez-Castellano)